Entrevista realizada por Salvador López Arnal
Miguel Candel: Profesor de Filosofía en la UB, traductor de Gramsci, Epicuro, Marx, Engels y Aristóteles, filósofo de una pieza, amigo y discípulo de Sacristán, antiguo PNN represaliado por el franquismo, catedrático de griego de secundaria, Miguel Candel es, además de todo ello, un militante político de larguísima militancia y de honradez intachable. No es necesario decir, los lectores lo notarán al instante, que lo considero uno de mis maestros. Un maestro inagotable.
SL.- Has estado en la última Asamblea Federal de IU ¿Qué impresión has sacado? En la prensa se habla de falta de acuerdos, de posiciones inflexibles, de la muerte o desaparición de Izquierda Unida, de crónica de un fallecimiento anunciado. ¿Es el caso en tu opinión?
MC.- Mis impresiones son híbridas. Por un lado he tenido la satisfacción de comprobar cómo una gran parte de los delegados manifestaba su rechazo a la involución burocrático-reformista que ha sufrido IU bajo la dirección de Gaspar Llamazares y su equipo. Por otro lado, he tenido la impresión de que hay mucha gente en IU (y en el PCE) que siente una especie de “horror vacui” ante la posibilidad de que una regeneración a fondo implique tocar intereses creados (léase: ciertos cargos institucionales) y que los “tocados” abandonen la organización con armas y bagajes, privándola de unas fuentes de ingresos que parecen necesarias para mantener lo que queda en pie. Tal es el caso, me parece, en zonas donde la presencia institucional de IU a escala autonómica y municipal es todavía importante (no citaré nombres). Y volviendo al otro platillo de la balanza, me pareció que Cayo Lara, el candidato que encabeza la lista más votada (la que cuenta con el respaldo de la mayoría del PCE) es una excelente persona, con una trayectoria política ejemplar (adalid de la lucha contra la corrupción urbanística en Castilla – La Mancha), con capacidad para integrar y para devolverle a IU el perfil anticapitalista que nunca debió dejar de caracterizarla. La falta de acuerdo inicial para elegir nuevo coordinador general, que tanto se ha criticado y utilizado para vaticinar el próximo final de Izquierda Unida, se debe precisamente a la actitud generosa y conciliadora de Cayo Lara, que no quiso aferrarse a la aritmética para hacerse con el puesto por una mayoría raspada (como sí hizo Gaspar Llamazares en la asamblea anterior), sino que ofreció a los otros sectores actuar como simple coordinador de una dirección colegiada en que estuvieran representadas proporcionalmente todas las tendencias. Este planteamiento generoso se ha visto finalmente recompensado con una ratificación de Cayo Lara por un porcentaje de votos muy superior al obtenido por el otro candidato en liza (55% frente al 17%, con un porcentaje importante de votos en blanco).
SL.- Cinco tendencias, por usar terminología clásica, han estado presentes en la Asamblea. Acaso sea una pregunta muy difícil o imposible. ¿Qué diferencias políticas existen entre ellas? ¿Es el programa político lo que las separa?
MC.- Indudablemente, hay diferencias políticas, aunque es inevitable que esas diferencias cristalicen ocasionalmente en tensiones personales. Simplificando mucho: 1) La corriente encabezada hasta ahora por Llamazares pretende claramente eliminar lo que considera “residuos” marxistas de IU, que según esa corriente lastran el proyecto al difuminar su perfil socialdemócrata. Tienen a su favor el hecho de que el PSOE no es, desde hace tiempo, un partido socialdemócrata, sino un partido liberal al estilo norteamericano (y gracias). Pero en la situación actual de crisis del capitalismo (y no sólo de su versión más neoliberal), los matices tienden a difuminarse y una posición de izquierda que no sea clara y decididamente anticapitalista (y la socialdemocracia nunca lo ha sido de verdad) pierde “visibilidad” y se confunde con el “centrismo” que practica el PSOE (y soy generoso al calificar su política de “centrista”). A ello ha contribuido decisivamente el apoyo parlamentario casi sistemático que IU ha dado al Gobierno del PSOE durante las última legislatura. 2) La corriente autodenominada “Nacional II” (que, por cierto, se ha partido, más o menos, a la altura de Zaragoza en la votación del Consejo Político Federal que ha designado a Cayo Lara como coordinador) no tiene diferencias de fondo con la tendencia llamazarista, sino, a lo sumo, en lo referente al reparto de cargos y competencias. 3) La corriente a la que pertenece Cayo Lara es, de hecho, la más heterogénea: sus integrantes comparten un ideario anticapitalista, pero el compromiso práctico con ese ideario admite muchos grados y matices (por decirlo eufemísticamente); varios sectores importantes dentro de esa corriente se han manifestado reiteradamente dispuestos a pactar con la “Nacional II”, con todas las hipotecas que eso supone para sus posiciones políticas teóricas. 4) El sector de Sánchez Gordillo está muy circunscrito a Marinaleda y su entorno, donde han creado una especie de república socialista utópica difícilmente exportable; su coherencia ideológica deja bastante que desear, pues pactan con quien sea con tal de mantener su reducto. 5) La llamada “quinta lista” es probablemente la más radicalmente de izquierdas, integrada como está por sectores críticos con la gestión de ciertos dirigentes del PCE a los que consideran demasiado proclives a la componenda con los dos primeros sectores; eso sí, apoyaron sin reservas a Cayo Lara como opción más próxima a sus posiciones.
SL.- Anguita ha hablado de refundación de Izquierda Unida. ¿Qué ha querido apuntar con ello? ¿Te parece razonable su posición? ¿Ha contado en la Asamblea?
MC.- Obviamente, ha apuntado a la necesidad de reorientar a IU en un sentido más claramente anticapitalista y a lograr que supere su actual anquilosamiento organizativo como un partido de partidos, algo que no responde en absoluto al espíritu con que se fundó. Ha contado en la Asamblea, pese a las reticencias de sectores que temen perder ciertos cotos de poder dentro de la organización si se recupera el espíritu fundacional. En la nueva dirección se ha incluido un responsable de impulsar esa refundación (Enrique de Santiago).
SL.- En cuanto a Nacional II, el grupo encabeza por Joan Josep Nuet, un dirigente del PCC, dicen estar más próximos políticamente a los gasparistas, sintonizan más con ellos afirman. ¿Qué compases explican esta sintonía? ¿No es extraña esta proximidad con un sector poco dado a acercarse a posiciones comunistas?
MC.- He respondido ya en parte a esa pregunta. La proximidad ideológica a los llamazaristas es obvia, y lo cierto es que, hasta la última debacle electoral, formaban parte del sector llamazarista. Uno no puede evitar la impresión de que su distanciamiento del llamazarismo es más retórico y táctico que real y estratégico.
SL.- Tú eres militante de EUiA y del PSUC-Viu. ¿Qué posición ha defendido tu Partido en la asamblea?
MC.- Ha defendido sin fisuras los planteamientos de la mayoría del PCE que ha impulsado la candidatura de Cayo Lara. Y ello a pesar de que hay dentro del PSUC-Viu una especie de “variante” de la “Nacional II”, muy proclive al acuerdo con ese sector.
SL.- En tu opinión, dada la situación actual, ¿cómo debería avanzarse?
MC.- La manera como yo creo que debería avanzarse es un tanto peculiar. Por un lado, pienso que la refundación en el sentido de recuperación del espíritu fundacional es imposible, dada la polarización que se ha ido dando en los últimos años. Por otro lado, creo que la fórmula fundacional tampoco es buena, porque superpone dos lógicas organizativas muy diferentes, incompatibles entre sí: partido y movimiento. El partido debe ser una organización ideológicamente cohesionada y organizativamente disciplinada; el movimiento debe caracterizarse por su carácter abierto, flexible y plural, tanto ideológica como organizativamente. El intento de unir ambos planteamientos se traduce más en una resta que en una suma. Dicho llanamente: IU ha acabado teniendo todos los defectos de un partido convencional y ninguna de sus virtudes, y todos los defectos de un movimiento y ninguna de sus virtudes. La verdadera refundación pasaría, creo yo, por transformar IU en una especie de “convención” permanente de fuerzas de izquierda anticapitalista que se traduciría, por un lado, en la organización de movilizaciones sociales y, por otra, en la formación de coaliciones electorales sobre la base de programas comunes. Todas las fuerzas participantes en la convención conservarían su independencia y no harían cesión permanente de soberanía, como ocurre ahora, lo que es fuente constante de tensiones e impulsa a las diferentes tendencias a hacerse con el control total de la organización para no perder identidad ni capacidad de iniciativa.
SL.- ¿No existe el riesgo real de que IU se transforme en un grupo políticamente residual? De hecho, cada vez contamos menos socialmente. En la última manifestación de profesores y estudiantes en Barcelona, las pancartas y banderas de Revolta Global, por poner un ejemplo, destacaban por su densidad. No había una sola pancarta de EuiA. Tampoco de CC.OO.
MC.- En efecto, eso es lo que está ocurriendo. IU y EUiA se consumen en peleas internas por lo que acabo de decir en respuesta a la pregunta anterior. Una política diferente de la seguida con Llamazares, más en sintonía con los intereses objetivos de los sectores sociales perjudicados por el sistema, podría mejorar la credibilidad de IU-EuiA, pero el desgaste interno seguiría mientras no se modificara el planteamiento organizativo actual.
SL.- ¿Hace bien EUiA formando parte del gobierno de la Generalitat? ¿No se encuentra cogida de manos y pies?
MC.- Cogida de manos, de pies y, lo que es peor, de cabeza. La supeditación es doble: a ICV y al PSC. Y la lógica de “no poner en peligro la estabilidad del Tripartito” lleva a la autocensura y a la pérdida completa de discurso político propio. Pero se sigue en esa línea porque los máximos responsables de EuiA consideran prioritaria la presencia institucional, al precio que sea.
SL.- Estamos en la peor crisis del capitalismo que se recuerda en años, es una coyuntura mejor que buena para que irrumpan las posiciones socialistas no entreguistas. ¿Cómo es que apenas llegan a los trabajadores, a las clases desfavorecidas, propuestas de izquierda?
MC.- Porque desde hace años, debido al dominio aplastante de la derecha neoliberal en el mundo, se ha instalado en la izquierda (y en la pseudoizquierda del PSOE con más fuerza aún, como es lógico) la convicción de que el capitalismo era inamovible y sólo cabía arañarle migajas participando en su gestión. Y esa inercia es muy difícil de vencer. Si la sal se vuelve sosa...
SL.- ¿Qué propuestas de izquierda deberían estar en primer plano de la agenda de las organizaciones de izquierda?
MC.- Recuperación del sector público empezando por la nacionalización de los grandes bancos, visto que no pueden sobrevivir sin la intervención del Estado. Municipalización del suelo urbanizable, convirtiendo los derechos de propiedad horizontal en simples derechos de usufructo. Expropiación de terrenos, instalaciones y maquinaria de las empresas rentables que pretendan abandonar el país. Duplicación del salario mínimo. Implantación por ley de la jornada de 35 horas semanales. En todo caso, la nacionalización de la gran banca, acompañada del control parlamentario de su gestión, sería la medida decisiva, pues quien controla hoy la banca controla la economía en su conjunto. Ninguno de los partidos mayoritarios hará eso nunca, pero el argumento de que quien recibe dinero público ha de estar sometido al control público es muy fácilmente defendible y puede conquistar la adhesión de mucha gente y hacer ganar posiciones e influencia a la izquierda anticapitalista.
SL.- Tú eres profesor universitario. Parece que el movimiento estudiantil vuelve a resurgir con fuerza. ¿Es así? ¿Crees que hay rebelión estudiantil a tener en cuenta?
MC.- Afortunadamente, sí. Los estudiantes politizados y críticos con el sistema son aún una pequeña minoría, pero ganan terreno cada día que pasa, y la crisis económica fortalece cada vez más su posición. La reforma de los estudios universitarios ha sido el detonante, pero puede llegar a generar un rechazo al sistema socio-económico en su conjunto. Y la crisis no ha hecho más que empezar.
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